Santiago (III) en el siglo segundo, el revelador gnóstico


Las tradiciones relacionadas con Santiago en el siglo segundo también se desarrollaron desde el Evangelio de Tomás, y escritos gnósticos como el Apócrifo de Santiago, el Primer y Segundo apocalipsis de Santiago. Estos escritos nos ayudan a entender y maravillarnos ante la diversidad de experiencias que animó la figura de Santiago en el cristianismo primitivo.

En el dicho 12 del Evangelio de Tomás los discípulos le dijeron a Jesús que sabían que él tenía que partir y le preguntan quién debía ser en el futuro su lider. Entonces el maestro contesta: Donde quiera os hayáis reunido, dirigíos a Santiago el justo por quien el cielo y la tierra han sido creados. En este fragmento el autor del Evangelio de Tomás reconoce la autoridad de Santiago el Justo como proveniente del mismo Jesús. Además la última parte del dicho le nombra como un intermediario especial entre Dios y los hombres al modo de Israel (4Ezra 6,55;7,11; Gen R. 1,4; mid. Hoh. 2,2; 7,3), el Justo (2Baruc 14,19), la Torá (As. Mois.1,12), Abraham, Moisés, David y el Mesías (2Baruc 15,7;21,24; Gen R.1,7;12,9; b San. 98b). El papel de intercesor en estos ejemplos se refiere a quienes han cumplido fielmente la Torá. También es interesante señalar que además del evidente contraste entre este dicho y Mt 16,17-19, donde Jesús encomienda su Iglesia a Pedro, en este último caso la autoridad de Pedro está restringida al hecho que Jesús permanecerá para siempre con sus discípulos (28,20), lo que no sucede en el caso del Ev.Tomás.

El Apócrifo de Santiago es un discurso de revelación cuya autoría se la adjudica Santiago (1, 1-18). A pesar que Jesús llama a éste y a Pedro mis hermanos (9,10), nunca se da a entender un vínculo de sangre entre ambos. Otra particularidad es que a lo largo de la obra se le llama simplemente Santiago y nunca el justo. La acción comienza con los discípulos reunidos conversando sobre las enseñanzas públicas o secretas de Jesús (2,7-15) cuando de pronto éste se aparece y llama aparte a Santiago y Pedro para poder plenificarlos. Luego de recibir las nuevas enseñanzas (2,40-15,5) Santiago y Pedro regresan al grupo que se había quedado escribiendo y recordando las enseñanzas del Jesús histórico (2,17-39). De acuerdo a las enseñanzas recibidas los bienaventurados lo son porque han visto al Hijo del Hombre, no al hombre, sino al Hijo en forma humana: ¿No queréis ser perfectos? Y vuestro corazón está ebrio, ¿no queréis estar sobrios? Por consiguiente, avergonzaos por lo demás de estar despiertos y de estar dormidos. ¡Recordad que vosotros habéis visto al Hijo del Hombre y que le habéis hablado y le habéis oído! (3,9-19). No niega el sufrimiento, pero lo relativisa desde la perspectiva absoluta representada por la Vida: Despreciad, pues, la muerte y desead la Vida. Recordad mi cruz y mi muerte y viviréis (4,40-5,35). En ese sentido la cruz salva en cuanto relativisa el sufrimiento en relación a la Vida, a la visión del Hijo del Hombre, y a Dios: ¿De qué se inquietan? Una vez que consideréis la muerte os enseñará una lección. Verdaderamente os digo, nadie que tema a la muerte se salvará (6,5-18). También se les enseña que la profesía ha terminado con el advenimiento del Reino y la venida del Salvador. Desde ahora lo importante es el conocimiento de quiénes en verdad somos, de dónde hemos venido, y hacia dónde regresamos: ¡El Reino de los cielos si no lo recibís por medio del conocimiento, no lo podréis encontrar. Por eso os digo, ¡estad atentos, no os engañéis! (8,25-30). La actitud del creyente ha de ser activa, apresurarse a salvarse superando incluso al mismo Jesús (7,10-20). Cuando Santiago y Pedro comparten este conocimiento con los discípulos, estos lo aceptan, pero no pueden evitar las envidias y los celos por no ser previlegiados (16,3-5). Eso demuestra que son esclavos de las pasiones y por ello están lejos de la apatía signo del gnóstico. Entonces Santiago va a Jerusalén para esperar y rezar mientras obtiene una porción con el amado que se ha revelado (16,5-11).

El Primer apocalipsis de Santiago es un dialogo de revelación donde interviene sólo Jesús y Santiago. Este es hermano de Jesús pero según el espíritu (24,7) y se le llama en la obra el justo.
La autoridad de Santiago se manifiesta de diversas maneras: aparece recidiendo en Jerusalén (25,15); con autoridad sobre los apóstoles (42,20-24); es el receptor de las revelaciones (25,6; 26,8-10; 29,19-26); como hermano espiritual de Jesús su piedad, relacionada con su sufrimiento, es un espejo de lo sufrido por Jesús porque no sólo lo redime a él (29,12-13; 32,28) sino que a los demás también (32,12); en este mismo sentido Jesús se identifica como la imagen de Él quien es, lo mismo que Santiago que se trasforma desde su condición carnal al Uno quien es (27,10). Este es precisamente el camino de salvación: hacerse con Jesús al modo de un hermano en cuanto a semejanza y así, trascendiendo lo carnal y mutable, acceder a lo divino que es deconocido, innombrable, indecible, innumerable, inconmesurable (24,10-25,10). La salvación implica también el conocer quién es uno, de dónde vino y hacia dónde regresa. Esto se expresa de manera muy hermosa en el himno que canta Santiago a Jesús: Has venido con conocimiento para amonestar el olvido del hombre. Has venido con la memoria para increpar su ignorancia. Me he preocupado de ti porque has descendido hacia un gran desconocimiento, pero no has sidon contaminado por nada en él. Jesús es tan ajeno a este mundo mutable y corporal que no sufre: Santiago no te aflijes por mí ni por este pueblo. Yo soy el que estaba en mí. En ningún momento he sufrido en absoluto ni me he afligido (31,15-32, 23). Este documento termina con el martirio de Santiago en manos de los recaudadores de impuestos y los apóstoles (36,2) cumpliendo así las profesías que lo habían vaticinado (25,13-21).

Por último, el Segundo apocalipsis de Santiago aborda, en la primera parte un discurso de revelación, y en la segunda, la muerte de Santiago quien es llamado el justo. El discurso de Santiago es puesto por escrito por un sacerdote llamado Mariem pariente del padre del justo un tal Teudas (y no José) (44,1-19). De alguna manera la condición de hermano de Jesús se mantiene: Una vez, cuando estaba sentado meditando, se abrieron las puertas y aquel a quien habéis odiado y perseguido entró y me saludó diciendo ¨salud, hermano mío¨, ¨hermano mío, salud¨. Entonces para calmar a Santiago, su madre (la Sabiduría) le dice: No temas hijo mío, porque te dijo así :¨hermano mío¨pues fuisteis nutridos con la misma leche (50,1-25). Sin embargo aquí no se está hablando respecto a una comadrona en común, sino a una hermandad mucho más profunda que podríamos llamar de comunicación de idiomas: YO SOY aquél a quien se reveló el pleroma de la incorruptibilidad, el primero que fue llamado por el Magno y el que obedeció al Señor (está hablando Santiago), el que atravesó los mundos , el que se desvistió y anduvo desnudo, el que fue hallado en corrupción cuando iba a ser elevado a la incorruptibilidad (está hablando Jesús) (46,1-20). Por otra parte, el título de justo también se explica desde una perspectiva gnóstica: Yo soy el Justo, yo no juzgo, yo no soy un gobernante, por lo tanto yo soy un servidor (en el sentido de revelador) (59,21-24). La superioridad de Santiago se explica en el ser el revelador y mediador de la plenitud e incorruptibilidad del pleroma. Esto lo reconoce el mismo Jesús: Pero yo quiero hacer la revelación por medio de ti (55,3)...Pues tu no eres redentor ni socorredor de extraños. Tú eres un iluminador y un redentor de los míos, y ahora de los tuyos. Tú harás revelación, tú aportarás el bien para todos ellos, tú serás admirado a causa de tu poder. Tú eres aquél a quien envidiará el que se denominó a sí mismo ¨tu señor¨ (el demiurgo) (55,15-29). Por último, este texto, al parecer exacto en los detalles del martirio (61,9-62,12), relaciona la muerte de Santiago con la destrucción de Jerusalén (60,13-24).

Estos textos gnósticos son de una gran riqueza desde un punto de vista espiritual. Vemos cómo en ellos predomina el título de Justo para Santiago aunque con motivos distintos a la obediencia de la Ley. Santiago tiene una autoridad especial que es dada por su estatus de revelador, ayudante y servidor de Jesús en clave gnóstica. Hay por lo tanto una distancia con otras aproximaciones que lo vinculaban con el sumo sacerdocio o con el obispado de la Iglesia de Jerusalén. La Iglesia primitiva nos habla de diversidad y de cómo las tradiciones históricas se van perdiendo con el paso del tiempo dejando paso a teologías y espiritualidades.

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