La interpretación de Mateo al mandamiento del amor

En el Evangelio de Mateo encontramos tres referencias al mandamiento del amor: 5,43; 19,19; 22,39. ¿Cómo se relacionan unos a otros? ¿Cómo entenderlos a la luz del judaísmo de la época? El primero de los dichos dice: “Oísteis que fue dicho: Amarás á tu prójimo, y aborrecerás á tu enemigo”. Las antítesis del capítulo 5 no se plantean en contra de la Tora, sino en contra de la interpretación de los escribas y fariseos, tal como la entendía el autor del evangelio. En ese sentido la alusión incompleta de Lv 19,18, omitiendo “como a ti mismo” y añadiendo “aborrecerás a tu enemigo”, dice relación a cómo el autor del Evangelio entendía la interpretación farisea del mandamiento levítico. Es así que nuestro autor llama a superar la justicia farisea porque es insuficiente para entrar en el reino de los cielos (5,20). Sólo la interpretación que Jesús hace de la Ley descubre su verdadero y más profundo significado. Esta no implica ninguna restricción dada por pertenencias étnicas o nacionalistas. El amor al prójimo debe darse sin ningún tipo de limitación, incluso incluye a los enemigos. Esto es lo que hace al discípulos “hijos de Dios”, o “pacificadores” (siguiendo la terminología de la bienaventuranzas) (5,9.45). En ese sentido Jesús radicaliza la ley mosaica basándose en la perfección del creador “que hace que su sol salga sobre malos y buenos, y llueve sobre justos é injustos” (5,45). Ahora bien, esta interpretación de Jesús, si bien se distancia de la fariseica, no se aleja mucho del significado original del mandamiento levítico donde se plantea la cuestión de cómo actuar con el enemigo. Uno no debe odiar al prójimo, sólo reprobarlo cuando es necesario. Uno no debe buscar venganza, sino amar al prójimo como a uno mismo. De hecho este significado se recoge en una obra más o menos contemporánea a Mateo como lo es “El testamento de los doce patriarcas”. En esta aparece, entre otros, José quien no se venga de sus hermanos que bajan a Egipto, sino que por el contrario se preocupa por ellos. Donde sí la interpretación mateana “supera” la aplicación levítica es en el hecho que el amor al prójimo trasciende la comunidad judía o cristiana. Los gentiles también son sujetos de tal consideración.


La segunda ocurrencia al mandamiento del amor en Mateo lo encontramos en 19, 18-19 cuando Jesús le responde al joven rico acerca de los mandamientos que éste tiene que obedecer en orden a entrar en el reino de los cielos. Jesús no sólo menciona los mandamientos socio-éticos del decálogo, sino que agrega el mandamiento del amor: “Y Jesús dijo: No mataras: No adulterarás: No hurtarás: No dirás falso testimonio. Honra á tu padre y á tu madre: y, Amarás á tu prójimo como á ti mismo”. El joven rico afirma que ha guardado todos estos mandamientos. Entonces Jesús le dice: “Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y da lo á los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme”. ¿Es esta afirmación un agregado de Jesús al mandamiento del amor o la interpretación de éste? El texto sugiere que esta afirmación no es sino la interpretación al mandamiento del amor porque una vez que el hombre se marcha Jesús señala que es difícil que un rico entre en el reino de los cielos (19,23), volviendo así a la pregunta inicial respecto a lo que es necesario para obtener la vida eterna. Seguir a Jesús implica vender todas las posiciones y dárselas a los pobres, lo que es lo mismo que cumplir el mandamiento del amor. Es aquí donde radica la perfección que complementa lo dicho en Mt 5, 48. La perfección en este caso implica que nuestras posesiones no tienen ningún límite, es como el amor, pertenecen a todos, especialmente a los pobres. En este contexto, Mt 19,16-22 sigue un segundo modo de aplicación, complementario a Lv 19 y Test.Patr., al mandamiento del amor y que sería cercano a lo que encontramos en el “Testamento de Isacar (y Zebulon)” donde también se presenta la función social de los bienes.

El hecho que se relacione la perfección con el mandamiento del amor nos lleva a Mt 22,34-40 donde un intérprete de la Ley quiere tentar a Jesús y le pregunta cuál es el mandamiento más importante. Jesús le contesta: “Amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y de toda tu mente…y amarás á tu prójimo como á ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas”. En este contexto el mandamiento del amor se equipara con el amor a Dios. Esto tiene que ver con el especial énfasis de Mateo (ver Mt 9,13; 12,7), que sigue a Os 6,6, en el sentido que la misericordia está sobre los sacrificios. De nuevo el autor del Evangelio denuncia la interpretación farisaica (al modo como él la entiende) de corte ritualista. Es por esto también que este autor cambia el ambiente amistoso de esta perícopa según Marcos y la convierte en una disputa sobre la interpretación de la Ley. Para más detalles: Mathew, James and Didache, three related Documents in their Jewish and Christians settings P.272-278.

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