Un Mesías hacedor de milagros...interpretación de Is 61,1 en el tiempo de Jesús


I      Isaías  61,1 es un texto clave en el primer cristianismo para interpretar una función anómala del mesías, la terapéutica. El mesías cumple distintas funciones (guerrero, ángel, ser humano, rey, sacerdote, nuevo Adán) de acuerdo a las fuentes judías que manejemos…pero muy excepcionalmente se le atribuyen funciones terapéuticas. El texto de Isaías lee de la siguiente manera: “¡El Espíritu del Señor Yavé está sobre mí! sepan que Yavé me ha ungido. Me ha enviado con un buen mensaje para los humildes, para sanar los corazones heridos, para anunciar a los desterrados su liberación, y a los presos su vuelta a la luz”. De acuerdo a las fuentes cristianas (Lc 4, 18-19), el texto de Is se lee de la siguiente manera en la voz del mesías Jesús: El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado por la unción. El me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres, a anunciar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, a dar la libertad a los oprimidos”. 

     Ahora bien, vale la pena ver cómo interpretan este mismo texto otras fuentes contemporáneas al Evangelio de Lucas. En el Apocalipsis mesiánico (4Q521 frag 2, Col II) se describe las obras de Dios en los días del mesías. Para ello se utiliza el texto de Is 61,1. En la primera parte del texto encontramos una especie de introducción:

[Pues los cie]los y la tierra escucharán a su Mesía, [y todo]lo que hay en ellos no se apartará de los preceptos santos.

Luego sigue la proclamación del mesías en orden de fortalecer la espera y esperanza de los fieles y de allí se enumeran las acciones milagrosas que hará Dios mediante su mesías.

¡Reforzaos, los que buscáis al Señor en su servicio! ¿Acaso no encontraréis en eso al Señor, todos lo que esperan en su corazón? Porque el Señor observará a los piadosos, y llamará por el nombre a los justos, y sobre los pobres posará su espíritu, y a los fieles los renovará con su fuerza. Pues honrará a los piadosos sobro el trono de la realeza eterna, librando a los prisioneros, dando vista a los ciegos, enderezando a los torcidos. Por siempre me adheriré a los que esperan. En su misericordia él juz[gará] y a nadie le será retrasado el fruto [de la obra] buena y el Señor obrará acciones gloriosas como no han existido, como él lo ha dicho, pues curará a los malheridos, y a los muertos los hará vivir, anunciará buenas noticias a los humildes, colmará [a los indigen]tes, conducirá a los expulsados, y a los hambrientos los enriquecerá.

Esta descripción de la era mesiánica es coincidente con la que encontramos en los evangelios (Mt 11,4-6 y Lc 7,22-23) incluso en el hecho que ambas fuentes incluyen el resucitar a los muertos (lo que no está presente en Is 61,1).  La gran diferencia está en que este texto del Qumrán el Mesías es instrumento de la acción que le pertenece a Dios. En el caso de Jesús, esta relación está teñida de más autonomía y soberanía. También notemos que el resucitar a los muertos lo encontramos también en otra fuente, esta vez rabínica, que lo relaciona con el Mesías. Leemos en el mSotah 9,15 que cuando se acerque el Mesías…el espíritu santo trae la resurrección de los muertos, la resurrección de los muertos viene con Elías, de bendita memoria”. 

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