Alianza: aspectos generales

La Alianza es una obligación general que concierne a dos partes. La alianza se puede establecer entre individuos (Gn 21,22ss; 31,44ss; 1Sam 18,3; 23,18), entre estados o sus representantes (2Sam  3,13. 21; 1RE 5,26; 15,19; 20,34), entre los reyes y sus súbditos (2Sam 5,3; 2Re 11,4.17), entre el marido y la esposa (Ez  16,8; Mal 2,14; Prov 2,17). En algunas ocasiones la alianza representa una relación que no es recíproca, sino que una de las partes hace un pacto con otra que se encuentra en una condición mucho más débil en orden a protegerla. También constatamos que las alianzas se acompañan de signos externos para recordar a las partes sus obligaciones (Gn  21,30; 31,44-45; Jos 24,27). Entre Dios y el pueblo, algunos de estos signos son el sábado, el arcoiris, y la circuncisión. Cada uno responde a cada una de las grandes alianzas: la creación (Gn 1,1-23; Ex 31, 16-17), el diluvio (Gn 9,1-17) y el comienzo de la nación hebrea. Sin embargo la Alianza más importante es la del Sinaí (Ex 19-24) que contiene la siguiente estructura: historia (Ex 19,4-6: la gracia de Dios en relación al pueblo y su elección); ley (20,1-23,19); promesas y advertencias (3,20-23), conclusión de la Alianza (24,1-11). El libro del Dt, aunque no de manera estricta, también guarda la misma estructura: historia (1-11: con las promesas hechas a los patriarcas en 4, 37-38; 7,8; 9,5), leyes ( 12,1-26,5), obligaciones mutuas  (26, 16-19), bendiciones y advertencias (27-29). En la Alianza se hace referencia a la toma de posición de la tierra por parte del vasallo (Dt 1,8.21). De hecho esta repartición de tierras está en el contexto de la tierra de Seir a Esaú (2,5); Ar a los descendientes de Lot (2,9), etc. En el Dt 29, 21-24 en el contexto de las bendiciones y advertencias de la Alianza se establece lo siguiente en caso de desobedecer: 29,21: Las generaciones venideras, los hijos que los sucedan y los extranjeros que vengan de lejanas tierras, cuando vean las plagas de esta tierra, las enfermedades con que la castigará el Señor 29,22: –azufre y sal, tierra calcinada, donde no se siembra, ni brota, ni crece la hierba, catástrofe como la de Sodoma y Gomorra, Adamá y Seboín, arrasadas por la ira y la cólera del Señor–, 29,23: todos esos pueblos se preguntarán: ¿Por qué trató el Señor así a esta tierra? ¿Qué significa esta cólera terrible? 29,24: Y les responderán: Porque abandonaron la alianza del Señor, Dios de sus padres, el pacto que hizo con ellos al sacarlos de Egipto. Este texto nos recuerda la descripción que hace Jr de la tierra una vez desolada por los babilonios, que son los mismos términos con los que se describe el Jardín del Edén antes que el hombre lo cultivara. El libro del Dt también hace referencia al depósito de las tablas de la Alianza y de la ley en el arca (10,1-5; 31, 25-26). El arca era considerada el reposapíes de la divinidad, (los qerúbines, el trono), y era precisamente a los pies de los dioses que las alianzas se guardaban de acuerdo a las tradiciones hititas. También, y siguiendo a los hititas, las alianzas tenían que leerse en voz pública cada cierto tiempo (Dt 31, 9-13) o delante del rey (17,18-19). La alianza del Sinaí se valida a través de un sacrificio (Ex 24, 1-11) como se hacía comúnmente en las alianzas del III-II milenio a.c. En el Dt (29,9ss), en cambio, la alianza se valida a través de un juramento como era común en el II-I milenio a.c. Es en este contexto contractual en el que debemos entender expresiones como el amor a Dios, donde más que amor se tendría que traducir como lealtad. Lo mismo de expresiones como seguirte con todo el corazón y con toda el alma; ser perfecto con; seguir; no girar ni a la izquierda ni a la derecha, etc. que son comunes no sólo en el Dt sino que en alianzas contemporáneas del II-I milenio a.c.Por el contrario, cuando una de las partes no cumple con la alianza, se puede suprimir las obligaciones. Esto se ejemplifica cuando Moisés rompe las tablas de la ley cuando encuentra al pueblo incumpliendo la alianza cuando adoraba al becerro de oro.  

Además de la Alianza con Moisés, el pueblo de Israel conoce otras que son muy relevantes: la de Abraham (Gn 15,17) y la de David (2Sam 7; Sal 89). La primera representa el don de la tierra, la segunda, la realeza y la dinastía. A diferencia de la alianza mosaica, estas alianzas son de carácter promisorio. Dios promete a Abraham darle una tierra a su descendientes, mientras que a David, una dinastía para siempre. Las obligaciones de los contrayentes (Abraham y David) no se explicitan, aunque se entienden presente especialmente en el caso de Abraham (no así de David, ver 2Sam 7,13-15). Estas dos alianzas presuponen las cualidades sobresalientes de los dos personajes, en el primero su obediencia (Gn 26,5ss; 22,16-18), el segundo por su servicio fiel, justicia y lealtad (1Re 3,6;9,4;11,4-6;14,8;15,3). Para más detalles: Encyclopaedia Judaica Vol. V. pp. 249-253.

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