La ley perfecta y desde la Libertad en Santiago

LaCarta de Santiago se puede explicar a través de una determinada visión mítica que tiene dos premisas fundamentales. La primera es la promesa de Dios de un Reino a aquellos que lo aman, y su elección que recae, principalmente, sobre los pobres en relación al cosmos.  La historia se remonta a la creación del cosmos y de la humanidad por un Dios bueno (1,17; 3,9) y se mueve en dirección al juicio final que presidirá el mismo Dios (4,12; 2,12-13). La humanidad, creada a semejanza de Dios, se encuentra, mientras tanto, en un intertanto bajo las influencias y maquinaciones del enemigo, el Demonio, y es su obligación resistirse a él (4,7).  El mismo término cosmos ha adquirido un acento negativo como fuente de toda impureza (1,27), y así todo aquel que se considera amigo del cosmos es automáticamente enemigo de Dios (4,4). La disparidad entre los fieles y los enemigos de Dios tiene un claro correlato sociológico entre pobres y ricos (1,9-11.27; 2,1-13.15-16; 4,13-17; 5,1-6).  El rico  es considerado como blasfemo (2,7), perseguidores de los justos (2,6; 5,6), su bienestar testificará en su contra (5,3).  El rico es arrogante y sólo persigue la satisfacción de sus deseos e inevitablemente tendrá que hacer frente al día de la indignación de Dios (5, 1-6). El pobre, en cambio, es quien sostiene una religión pura e incontaminada, esto es, una preocupación real por los que son víctimas del sistema social opresor, como viudas y huérfanos, siempre manteniéndose al margen del cosmos. Estos pobres respecto al cosmos (2,5) son los portadores de la promesa divina del Reino que deriva de 2Sam 7. Este Reino es la recompensa a aquellos que han observado la Ley amando a Dios (2,5; 1,12). Ahora bien, ¿qué significa esta Ley? Veamos la segunda premisa.
            La segunda premisa es la creencia en que Dios es el autor de la Ley, tal y cual es interpretada por Santiago. A pesar que todo mandamiento de la Tora es igualmente importante (2,10), el autor enfatiza aquellos que condenan la disparidad social y económica entre ricos y pobres (2,1-13// Lv 19,15), y aquellos que tratan sobre la paga a los trabajadores agrícolas (5,4-6//Lv 19,13). Para Santiago, la Ley, perfecta y desde la libertad, es la expresión de la Voluntad de Dios dada a Moisés e implantada en cada corazón humano desde el momento de la creación y opuesta a los deseos de los hombres. Esta contraposición entre ley y deseo, aparentemente estoica, constituye la base de la ética de los dos caminos tan popular en la época de Jesús y que definiría al hombre hasta el momento del juicio (5, 19-20). Hacer los trabajos de esta Ley inscrita en el corazón del hombre acarrea las bendiciones o la vida (1,12.21-25). Efectivamente, de acuerdo a Santiago,  Dios, que es capaz de salvar y destruir (4,12),  va a juzgar al hombre de acuerdo a esta Ley (2,12).  Los beneficiarios de este juicio son los pobres o las doce tribus que están en la diáspora (1,1),  esto es, los descendientes de Abraham (2,21), las doce tribus que se han dispersado y que el Mesías va a volver a reunir en el tiempo escatológico final (ver, Eclo 48,10; 36,13-16;Bar 4,37; 5,5; 2Mac 1,27;2,18; 1QM 5,1-2; SalSalomón 17,21-25.26-28. 43-44; 4Ez 12,32-34.39-40.46.48). El Mesías Jesús va a destruir el mal, las injusticias del arrogante rico, y reunir a las doce tribus dispersas por el mundo para restaurar su Reino y darlo a los pobres (2,5). Esta es la promesa tan esperada por los pobres, quienes portarán coronas de vida (1,12; 1,14-15) y serán bendecidos (1,21-25). El humilde, finalmente en l historia humana, será exaltado (1,9; 4,9-10).

            Es interesante constatar la distancia entre Santiago y Pablo. Para este último Jesús prefigura la nueva creación o el segundo Adán, para el primero, Jesús es el restaurador de la unidad nacional perdida, el restablecimiento de las doce tribus en el Reino de un victorioso mesías. Para más detalles: Matt Jackson-McCabe, “The Messiah Jesus in the Mythic World of James”, JBL 122/4 (2003) 701-730.

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